sábado, 2 de mayo de 2009

PLUMA URBANA

Por: Edgar León

“Cortina de Humo, Pandemia Mundial o Alarmismo Crónico”.


Antonio caminaba entre los pasillos del supermercado, de pronto un estruendoso estornudo sucumbió su cuerpo, a sus alrededores decenas de personas comenzaron a alejarse, algunas se santiguaban, otras mas colocaban un endeble tapabocas justo en su rostro obstruyendo sus fosas nasales, evitando ser victimas de aquel peligroso sujeto, no de Antonio, de aquel que fue emitido por lo profundo de sus pulmones, el germen de la influenza.
Antonio no comprendía a ciencia cierta que pasaba, todo mundo a su alrededor después de ese espasmo había desaparecido, conforme caminaba por los pasillos del supermercado solo alcanzaba a escuchar voces a lo lejos o gente que corría y desaparecía, o cuchicheos.
Cual leproso Antonio era observado a 100 metros de distancia por gente que apabullada, solo repetía en sus mentes “Que Dios lo tenga en su gloria”, un poco ensimismado y cabizbajo Antonio salió del supermercado presuroso, luego del bochornoso suceso y comenzó a preguntarse desde cuando su terrible alergia a los detergentes pudiera ocasionar tanto repudio entre los demás ciudadanos.
Al llegar a casa Antonio leyó el diario, el “Novedades de Campeche” tenía la información que quito como una venda en sus ojos y los hizo casi desorbitarse, una terrible pandemia se había desatado en todo el país, el diario tenía la información pertinente, los síntomas y hasta como prevenirlo, un poco escéptico fue a su computador, ingreso al Internet y lo primero que vio en T1msn uno de los principales proveedores de servicios de correo electrónico, tenia un impactante titular, “Se desata la pandemia, el virus de la influenza porcina afecta a 280 personas”.
Conforme Antonio leía más y más, el pánico se apoderaba de su mente, al volver de nuevo a leer los síntomas, su rostro comenzó a mudar, fiebre, tos, gripe, reunía todos los indicios, y una psicosis terrible se origino en su ser, no sabia que hacer, no sabia a donde ir, las noticias de la televisión decían que el caos y el pánico se apoderaba de todo el mundo, que los centros médicos reventaban.
Se vistió asistió al centro de salud más cercano, lo hicieron esperar cerca de dos horas y media y finalmente un doctor de pequeña estatura, lo miro a los ojos, le puso el termómetro, y desde lejos lo miraba de pronto dijo:
“Mmmm si, si parece que si, usted reúne los síntomas de la influenza porcina, pero estem, fíjese que no puedo ayudarlo, no tenemos medicamentos, mejor valla a su casa, recuéstese y no se preocupe”.
Antonio gritó “Que, como es posible, y si me muero, ingréseme, atiéndame, ayúdeme, por favor” gemía “Como es posible que no pueda atenderme y que no me preocupe, no sea imbécil”, “No, no se puede” insistió el galeno “Y mejor retírese o llamo a seguridad”.
Pasaron los días y Antonio dejo su tradicional medicamento para las alergias a un lado, busco Antigripales y otros remedios que las autoridades decían en televisión, sin resultados algunos.
El continuar observando, las noticias lo angustiaba más, pero lo extraño es que no notaba que estuviera al borde de la muerte, después de mucho pensar, de analizar fue de nuevo a la computadora, observó y comparó los síntomas de la ahora influenza humana con los de la estacionaria, noto que eran similares.
Posteriormente se documento más, grave susto el que se llevo, noto que las cifras de las autoridades federales eran dispares hablaban de muertes, pero solo 7 que causalmente presentaron complicaciones por VIH o enfermedades terminales, de más de dos mil enfermos, pero de enfermedades respiratorias, y de 289 personas supuestamente contagiadas del virus.
Fue así que Antonio ingreso a una etapa de dudas, tomo sus pastillas antialergias y sano, “uff ya la libre pensó”.
Pero la cuestión de la paranoia dejo pensando a Antonio, sin embargo noto algo extraño en los medios de información, redujeron al máximo lo que pasaba en el senado, en la economía, y se dispuso a investigar más, encontrando así que en esa semana de tanta angustia, la bolsa de México decayó en más del 4 porciento, que el peso se devaluó, que se aprobó la ley de aportación de drogas y pensó “Que estúpido fui”, inició un extenso análisis y vio que nunca se mencionaron nombre de los supuestos muertos, de las familias, y entendió que una pandemia de tal grado jamás se curaría con agua y jabón y que México en el más mínimo de los casos tendría el potencia para enfrentar una pandemia del grado que los medios y las autoridades hacían creer.
Tristemente Antonio descubrió que todo fue una cortina de humo, que cientos de personas vivieron en terror y pánico por algo falso, que estúpidamente usaron tapabocas por una semana a costas de un plan maquiavélico, que los mexicanos no vieron pasar la aprobación de leyes que jamás la sociedad hubiese aprobado en sus 5 sentidos y que nuestro país sigue siendo utilizado y engañado para los fines de los que nos gobiernan.
Ese mismo día, Antonio salió de casa, sin cubre bocas, caminó por las calles, fue al supermercado, y sintió que vivía de nuevo, después regresó a casa, abrió su mail y encontró un extraño mail, descubrió que algunos mexicanos “inteligentes” como el notaron que lo que las autoridades decían solo fue una perversa estrategia que sirvió para ver chivos brujos, donde solo hubo pequeñas ovejas.

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